Sonabas a Dylan y a Cash.
Melancolía y poco más.
Eras tristeza y elegancia en perfecta alineación.
Yo siempre actué de contrafuerte, y siempre tendré esa manía:
ser la pila donde todos se apoyan aunque esté a punto de derrumbarme.
Resurjo como el ave fénix para ofrecer un punto de cordura,
a pesar de que lo de mantener el equilibrio no fuera lo mío.
Yo me dejaba el corazón y la piel,
y tú sólo buscabas algo de calor.
Dejándome en Siberia a vísperas de septiembre.