miércoles, 20 de agosto de 2014

Joder, tú olías a lluvia de otoño, y a mar.
Sonabas a Dylan y  a Cash. 
Melancolía y poco más.
Eras tristeza y elegancia en perfecta alineación.

Yo siempre actué de contrafuerte, y siempre tendré esa manía:
ser la pila donde todos se apoyan aunque esté a punto de derrumbarme.
Resurjo como el ave fénix para ofrecer un punto de cordura, 
a pesar de que lo de mantener el equilibrio no fuera lo mío.

Yo me dejaba el corazón y la piel, 
y tú sólo buscabas algo de calor. 
Dejándome en Siberia a vísperas de septiembre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario