Agarrada a un fino hilo de aire porque aquí ya no quedaba nada más que ganar. Sólo era un rostro de los miles que formaban parte de la rutina. Con una lágrima atragantada ya de hace tiempo caí en la cuenta de lo superficial que era todo y de lo mucho que necesitaba sentir ese calor.
La puta primavera a la vuelta de la esquina y yo seguía atrapada en un final de verano un tanto desconcertante.
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